El paseo comienza en un lugar que ya conocemos de entradas anteriores: el parlamento de Canadá. Si os fijáis bien, en la parte baja de la colina del parlamento hay un pequeño paseo al borde del río, que funciona también como carril bici. Pues bien, ahí comenzo la excursión, siguiendo el curso del río en dirección oeste.
Tras un ratillo andando nos encontramos con una primera sorpresa escondida en este pacífico recorrido: el museo de la guerra de Canadá. Pensé en entrar un rato para curiosear y echarle un vistazo, pero mi objetivo del día aún estaba lejos, y además es uno de los museos que tengo más cerca de casa, así que pensé que ya habría tiempo. Por otra parte, y tal vez un factor más a tener en cuenta, es que cuando llegué ya estaba cerrado ^^.
Así que, sin dejar que la ambición de poder y riquezas me llevaran a la ballata o guerra y cegaran mi noble espíritu aventurero, proseguí con mi excursión con destino playa. Conforme iba avanzando la tarde y me alejaba de la zona de edificios altos, el paisaje se me antojaba más espectacular. Ejemplos:
Como habréis podido observar en las fotos, me quedaba poca luz diurna, y mis planes de llegar a tiempo para ver la playa se desmoronaban. Y así fue: no llegué a ver la playa. Aún no la he visto (y muy probablemente no intente ir, ni siquiera en bus, hasta dentro de medio año más o menos).
Sin embargo, lo que encontré tras andar unos tres minutos más fue mucho mejor que una pequeña playa a la orilla de un río: cuando la tarde se despedía de mí en el horizonte, llegué a una exposición de esculturas (bastante minimalistas, todo sea dicho) al aire libre. Creo que las imágenes hablan por sí solas:
"Familia". Creo que era la escultura que más me gustó. Quizás porque estoy lejos de la mía :) |